Ser traductor es uno de mis trabajos favoritos. Aunque me dedico a la enseñanza de inglés principalmente, la traducción me encanta y por eso procuro conseguir algún que otro trabajo como traductor de vez en cuando, para no estancarme en la monotonía y darle un poco de diversidad a mi vida laboral. Por eso, en el post de hoy he pensado contarte 5 cosas que igual no sabes de los traductores, ya sean traductores freelance o aquellos que trabajan para una agencia de traducción e interpretación.
1. Tu trabajo no es tuyo
A ver, cuidado. No confundamos “trabajo” con “puesto de trabajo”. En este caso, hablo de trabajo como resultado de la traducción. Ten en cuenta que, ya seas traductor literario o traductor financiero, ni el texto que traduces es tuyo ni el resultado será tuyo como tal. Aunque desempeñe un papel esencial en la divulgación de contenido, el traductor vive en la sombra y, en la mayoría de los casos, no se le reconoce su trabajo. De hecho, en el mundo de la traducción se suele decir que el mejor traductor es el que es invisible, ya que ha respetado el texto original todo lo posible.
2. No todo el mundo puede ser traductor
Aparte de los requisitos académicos necesarios para ser traductor y trabajar para una agencia de traducción e interpretación, esta profesión requiere de ciertas características personales que no todas las personas tienen. Por ejemplo, la traducción requiere altos niveles de concentración. Si eres una persona muy inquieta, incapaz de concentrarse de manera prolongada, estar sentado frente al ordenador leyendo y traduciendo durante horas todos los días probablemente no sea lo tuyo. Además, tienes que ser detallista y minucioso hasta la saciedad. Ten en cuenta que un error en tu traducción puede suponer un error de comprensión en el idioma de destino. Si has traducido una newsletter para una compañía de zapatillas deportivas, quizás no sea el fin del mundo; pero si la traducción es para un artículo médico que será leído por miles de profesionales en el mundo, la cosa cambia, ¿verdad?
3. Un buen traductor es siempre un buen investigador
Cuando comencé a traducir asiduamente, me empecé a dar cuenta de las cualidades de investigación y aprendizaje que necesita cualquier traductor. Aunque obviamente existen perfiles de traductores especializados, como el traductor financiero, el traductor legal o el traductor literario, no es necesario especializarse para tener que investigar sobre el tema del texto original. Por ejemplo, en mi labor traduciendo una web y diversos folletos para un prestigioso circuito de carreras, tuve que empaparme de la nomenclatura utilizada en el mundo del vehículo y la Fórmula 1, tema que en un plano personal no me interesa lo más mínimo.
4. Hablar dos idiomas no te hace traductor
De algún modo, mucha gente cree que conocer dos idiomas es sinónimo de saber traducir. Pero déjame plantearte la siguiente cuestión: en este mundo hay mucha gente bilingüe. Quizás en España no abunde el bilingüismo con lenguas extranjeras, pero en otros países es de lo más normal. Pues bien, ¿por qué no son todos traductores? ¿podrían serlo si quisieran? Evidentemente no. Y es que la traducción requiere de muchas habilidades que no todo el mundo tiene y que alguna gente probablemente nunca pudiera llegar a desarrollar. De entre estas habilidades, podemos destacar el dominio de la gramática y el vocabulario, la ortografía, el estilo, etc. Si la mayoría de la gente ni siquiera domina todo eso en un idioma, imagínate en dos o más.
5. Trabajar de manera organizada bajo presión
En traducción, la expresión “fecha de entrega” es el tormento de todo trabajador, ya seas freelance o trabajes para una agencia de traducción e interpretación. En este gremio, todo proyecto tiene una fecha de entrega y esta suele ser más bien pronto que tarde. Ten en cuenta que los particulares o empresas que contratan los servicios de un traductor suelen tener una cierta urgencia que no dudan en comunicarte. Y por otro lado, cuanto antes entregues una traducción, antes podrás cobrarla y pasar a la siguiente. En conclusión, ser traductor implica trabajar siempre bajo presión, pero de manera organizada y sin pasar nada por alto, pues cualquier despiste os puede costar un disgusto a ti y al cliente.
Aunque hay mucho más que tener en cuenta, como el sueldo o el precio por palabras, creo que estos 5 puntos resumen grosso modo algunos de los aspectos más importantes del trabajo como traductor. ¿Se te ocurre alguno más? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
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